El muerto y ser feliz
Dir. Javier Rebollo
94 min. | 2012 | Coproducción España-Argentina-Francia; Lolita Producciones / Icónica / Eddie Saeta S.A / Utopica Filmes / Noodles Production (Francia)
Estreno en la 60ª edición del Festival de San Sebastián, Premio Violette D’Or a la Mejor Película en la 17ª edición del Festival CineSpaña de Toulouse y premio FIPRESCI de la crítica internacional en el London Film Festival.
Cuando realicé mi primera exposición en Buenos Aires no sabía que pudiera acabar vinculado profesional, familiar y sentimentalmente a esa ciudad. Desde ese primer viaje siempre tenté a mi hermano Javier con la idea de rodar en Argentina porque veía que mantiene muchos elementos que conectan con imágenes desaparecidas en nuestro país que nos fascinan y que en muchos casos son detonantes con los que construimos sus historias. Finalmente encontró la trama de una fantástica road movie con apariencia de thriller adecuada a la idiosincrasia de este país. En la geografía singular del norte dimos con el contexto fantástico para una quijotesca y episódica aventura de su moribundo protagonista (José Sacristán –Premio al mejor actor en el Festival de San Sebastián y Premio Goya al mejor actor–) un ex asesino a sueldo que se debate con la muerte y sus fantasmas en una búsqueda hacia ninguna parte.
En las dos primeras películas de Javier habíamos practicado cierto puritanismo en la imagen y la técnica, apenas sin movimientos de cámara y una sobriedad en el arte llevada al extremo que devino en el estilo inconfundible de su lenguaje teatral; pero cuando lo advertimos como un tic decidimos plantear otro tipo de película. De ahí surge “el muerto” un proyecto que trabajamos con intensidad durante tres viajes de localizaciones a lo largo de 6500 km –desde Buenos Aires a la frontera con Bolivia–. En una especie de turismo a contracorriente de la Argentina de postal encontramos el revés de un país que nos interesó retratar. Finalmente la película fue rodada a lo largo de 4500 km que pusieron muy al límite las posibilidades de un rodaje en marcha. Las referencias estéticas las encontramos en la novela negra y los thrillers clásicos norteamericanos; el resultado resultó más un western postmodermo visualmente limpio pero cargado de textura visual que se anima a abordar sin miedo el metalenguaje del cine.